Hay algo en este masaje que lo diferencia de los otros. El masaje californiano utiliza las técnicas precisas pero con un terapeuta implicado, cálido, no es una técnica de masaje desde la cabeza: pulcra, aséptica…
Creo que fue finalizando el nivel intermedio de “masaje californiano” cuando los conceptos comenzaron a cobrar sentido: “sostener”, “ tiempo para que la persona suelte”, “escuchar al cuerpo”, “contacto pleno”, “suave pero firme a la vez”, “respirar”, “como una danza”, llegar al límite…; y después, ya trabajando, las palabras de mi maestra, “Sujati Lacanna” repitiéndose dentro en cada sesión, ahhhhhh, era esto, solamente al experimentarlas parecen cobrar vida, se produce esa comunión…
Es en la relación que se establece entre terapeuta y cliente, dos seres relacionándose desde su lugar en el mundo donde el contacto con – tacto se despliega…
Son tantas las palabras para intentar expresar lo inexpresable y tanto lo que acontece… no será que a veces necesitamos de algún tipo de ceremonia o ritual para relacionarnos plenos, conscientes…, con un compromiso de respeto por ambas partes, de cuidado por parte del terapeuta que te acompaña en un viaje donde el cuerpo poco a poco se vuelve un todo integrado, abriéndose, soltando tensiones, presente, más ligero, pleno… “El amor tocándote, animándote a vivir…”.
Estoy experimentando que solamente puede producirse la sanación vibrando en el amor, re – conociéndonos como el amor que somos, más que intentándolo, permitiendo que suceda, quitándose de en medio, bailándolo, permaneciendo en el instante presente y abierto a lo que sucede, a las sensaciones…, fundiéndose en esa matriz de amor… ¿Hace falta recibir un masaje para esto? La respuesta es no, lo mismo puede darse en nuestra vida diaria, en cualquier encuentro o relación en la que exista intención sincera por ambas partes, microcosmos dentro del macrocosmos…, en el masaje californiano o cualquier relación terapéutica que te recuerda esa forma más plena de vivir y de compartirte en el mundo… Cuando hemos olvidado, cuando nos sentimos desintegrados o con pérdida de sentido vital…, en una sesión de masaje alguien más experimentado propicia este encuentro, cuida cada detalle para que pueda desplegarse la vida desde el máximo respeto, desde el máximo cuidado…
El viaje al final dependerá de mil y una variables, al final un camino de autodescubrimiento para los dos desde la consciencia…, terapeuta y cliente…
A mí, que me ha dado tantas claves, recomiendo muy mucho experimentarlo, ya sea formándote para dedicarte a ello, ya sea como crecimiento personal o bien recibiendo una sesión de masaje. Nunca es tarde para abrirse a la experiencia, propiciar el escenario si es que en tu día a día te resulta difícil permitirte un descanso, contactar contigo y soltar lo necesario para recuperar el bienestar y las ganas de vivir…
Lo bonito, además, que recibir un masaje de estas características no es algo aislado, algo que recibes una mañana o una tarde, desvinculado de todo lo demás, creo que una vez experimentas una y otra vez la plenitud, aunque sea por un instante durante la sesión, algo se ilumina en tu interior, ya la conoces y casi sin darte cuenta te diriges hacia ella, la buscas en tu día a día…, plenitud no entendida como no experimentar dolor o miedo, tristeza o enfado nunca más, no entendida como transformarte y convertirte en otra persona de la noche a la mañana, sino plenitud desde la capacidad de alumbrar tus sombras y acogerlas con amor, desde el conocimiento de un algo mayor que te sostiene, que te muestra una manera más cercana a tu naturaleza esencial, puro amor…, que te dota de herramientas para relacionarte desde un nuevo lugar, mucho más presente y por lo tanto más verdadero, la vibración sube y baja, cuando sube las nubes desaparecen y el camino, en el que siempre estuviste, se muestra en toda su maravilla.
Profundamente agradecida por todo el sentir que esta técnica trajo a mi vida.
Seguiremos aprendiendo. Humildad y Amor.
Tania Monerris
(Alumna de Spazio Masajes)